Publicado el 13/09/2025 por polly hairshop
En cada una de nosotras habita una historia que empezó mucho antes de nuestro primer recuerdo. Somos hijas de mujeres que también fueron hijas, y así hacia atrás, en una trama infinita de linajes femeninos.
Muchas veces crecemos sin ver las huellas que nuestras madres dejaron en nosotras: sus sueños, sus miedos, sus silencios y también sus amoríos con la vida. Y ese linaje femenino, esa herencia invisible, nos trae tanto luz como cargas que ya no necesitamos.
Sanar el vínculo con nuestra madre —o con lo que significó para nosotras— no siempre implica cambiar la relación externa, sino abrazar una reconciliación interna: reconocer que ella hizo lo que pudo, que vos hiciste lo que pudiste, y que ambas merecen paz. A veces significa soltar una expectativa, perdonar un silencio, agradecer lo que sí fue. Eso transforma.
Cuando hacemos este gesto interno, algo profundo se libera: baja la culpa, disminuye el resentimiento y aparece la posibilidad de habitar nuestra vida con más ligereza. Sanar no significa olvidar ni negar, sino agradecer lo que nos sostuvo y soltar lo que ya no necesitamos.
Este Día de la Madre puede ser una oportunidad distinta: no solo para regalar, sino para agradecer hacia atrás y cuidarnos hacia adelante. Porque reconciliarnos con nuestra historia materna también es una forma de reconciliarnos con nosotras mismas.
Que el domingo nos encuentre honrando a esas mujeres que nos precedieron, pero también honrando a la mujer que somos hoy: capaz de elegir, de transformar, de amar y de cuidarse.
Con cariño,
Polly